Corría el año 1991 cuando la organización terrorista ETA se fijó en Italia . Faltaban pocos meses para las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla, y el grupo buscaba debilitar al Estado en un momento de máxima proyección internacional. ETA decidió que Italia iba a ser el escenario de casi veinte atentados con explosivos en las principales ciudades del país transalpino. Ese año fue uno de los más sangrientos de la organización, y la ramificación italiana, desvelada por un estudio de dos historiadores que acaba de publicarse en Italia , abre preguntas sobre las razones de dicha ofensiva, posibles conexiones con el terrorismo rojo y la mafia y el resultado de la misma.
El 28 de mayo de 1991 ETA activa su «campaña terrorista en Italia », relata el profesor y experto en terrorismo de la Universidad Rey Juan Carlos, Matteo Re . Tres bombas estallan en Roma, una en el Banco Bilbao Vizcaya de la calle Poli, otra en la Cancillería de la Embajada de España y una tercera en la sucursal de Iberia, en el barrio de Parioli. Es solo el comienzo. En las semanas siguientes, el grupo realizará un total de 18 atentados (siete de los cuales fueron frustrados por la policía), en Milán, Florencia, Nápoles, Bolonia y Livorno . No hubo fallecidos, pero sí heridos y el intento de desprestigiar a España en un momento de máxima visibilidad internacional y de lucha dura contra el terrorismo.
Matteo Re relata la batería de atentados que se produjeron en ese verano caliente y que recoge el libro cofirmado con Gaizka Fernández Soldevilla , Storia del terrorismo in Spagna (Rubbettino). «El 11 de junio, ETA atacó la sucursal milanesa de Iberia con un paquete bomba. Cuatro policías y un agente de los Carabinieri resultaron heridos. Ese mismo día, otra bomba dañó la biblioteca del Colegio de España en Bolonia. El 26 de junio ETA hizo explotar tres artefactos en dependencias de la Embajada de España en Roma. El 6 de julio, siempre en Roma, una explosión provocó importantes daños a dos autobuses de la empresa turística española Julia. Pocos días después, el 10 de julio, ETA atacó en Milán las oficinas del BBV y de la Cámara de Comercio de España, provocando serios destrozos ».
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Los atentados se repitieron durante toda la «campaña de verano» de ETA . El 25 de julio, la Policía desactivó dos artefactos en Nápoles delante de la sede de Iberia. El 1 de agosto, otra bomba fue desmantelada en Milán, en la oficina de Air France en Milán. El 3 de agosto, una ciudadana italiana resultó herida leve al explotar una bomba frente a la sucursal del Banco Exterior de España en Milán.
Ese mismo día, la Policía desactivó otra carga explosiva cerca de la Oficina de Turismo de España en la misma ciudad. El 16 de agosto, en la capital explotó un dispositivo en la entrada del Instituto Español de Cultura, y el 23 de agosto ETA atacó una agencia de la Compañía Transatlántica Española en Livorno y la sede del Consulado Honorario de España en Florencia. En este último atentado un turista japonés resultó herido .
La prensa italiana recogió algunos de esos ataques, pero dejó a veces su autoría en el aire. Ahora, por primera vez, se ha podido contabilizar todos esos ataques, incluyendo aquellos que la Policía italiana frustró a tiempo. Aunque sobrevuelan algunas preguntas. ¿Por qué ETA se centró en Italia en ese verano de 1991? ¿Qué perseguía con ello? El historiador y responsable de investigación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria, Gaizka Fernández Soldevilla , explica que «en la documentación de ETA estas bombas aparecen catalogadas como parte de su campaña contra el turismo », aunque él prefiere «enmarcarlas en la estrategia de la banda de aquellos años».
«ETA había puesto en marcha una gran ofensiva terrorista que quería culminar en 1992 , el año en que se iban a celebrar en España tanto los Juegos Olímpicos como la Expo, lo que colocaba al Gobierno en una situación de vulnerabilidad ante la opinión pública internacional . Los atentados de Italia tienen pleno sentido si los miramos desde esa perspectiva», añade Fernández Soldevilla.
El fin del mito de ETA
«Todo apunta a que ETA quería forzar una negociación con el Gobierno español tras el fracaso de las ‘conversaciones de Argel’ de unos años antes. Y quería empezar a crear una imagen negativa a nivel internacional de España . No hay que olvidar que en 1991 ETA también coloca tres bombas en Alemania «, coincide Matteo Re, quien por otro lado descarta contactos directos con la criminalidad organizada .
«La mafia al máximo tuvo contactos con la extrema derecha, pero no con las organizaciones de extrema izquierda . En lo que concierne a sectores de la extrema izquierda, es probable que haya habido algunos contactos y simpatías. Pero en 1991 las Brigadas Rojas ya no existen, estamos en otra fase respecto a los años de plomo», reflexiona Matteo Re.
Todos los atentados son reivindicados por un grupo que se hacía llamar «ETA española y Falange Armada Italiana», según se desprende de la documentación interna de la banda. Ese tipo de reivindicación daba a entender que existía una colaboración entre una «sección italiana de ETA» y un fantasmagórico grupo terrorista denominado Falange Armada, detrás del cual nunca se llegó a esclarecer quién se ocultaba. «Lo que sí es cierto es que en 1991 las organizaciones terroristas de extrema izquierda italianas llevaban años ya desmanteladas. Por otra parte, es la misma ETA la que ha confirmado su actividad en tierra italiana en sus boletines externos (Zuzen número 79 de 2003) e internos (Zutabe de 2018)», afirma Re.
¿Y por qué Italia? «ETA tenía más contactos o más facilidad para moverse en Italia , que al fin y al cabo es un país que culturalmente le resulta muy familiar a cualquier español», sostiene Fernández Soldevilla. Aunque concluye que la gran ofensiva acabará de facto con un fracaso. «Aquellas bombas pudieron servir de publicidad a ETA, pero al final su campaña fue un fracaso . Hay que recodar que el 29 de marzo de 1992 la cúpula de la organización fue detenida en un caserío de Bidart. Los sustitutos de los jefes corrieron la misma suerte. Así que ETA entró en una crisis gravísima . En 1992 no solo había perdido a su equipo dirigente y sus comandos operativos, sino que se había desvanecido el mito de que era indestructible».